
El país quiere dejar atrás las monedas y billetes, pero sus servicios financieros operan por separado. La falta de integración limita el potencial para que ahorro y remesas se conviertan en inversión.
México busca aumentar el acceso y uso de productos financieros, reducir el predominio del efectivo y expandir el crédito a empresas y hogares, de acuerdo con la recién presentada Política Nacional de Inclusión Financiera 2025-2030 (PNIF). Sin embargo, especialistas y organismos internacionales coinciden en que sin interoperabilidad plena entre sistemas —pagos, ahorro, crédito, y remesas— la inclusión financiera difícilmente será efectiva.
En otras palabras, México puede abrir más cuentas, pero eso no significa que las personas las usen o que puedan mover su dinero entre servicios sin fricción.
Según Interledger Foundation, México cuenta con una infraestructura sólida —pagos en tiempo real, ecosistema fintech, penetración móvil creciente—, pero la falta de estándares abiertos y conexiones reales entre plataformas provoca que muchos usuarios terminen regresando al efectivo.
Esto ocurre cuando un pago digital no se integra a otros servicios, cuando una remesa no puede convertirse fácilmente en ahorro o crédito, o cuando un pequeño comercio necesita múltiples apps y credenciales que no “se hablan” entre sí.
“La infraestructura central por sí sola no es suficiente si no se atienden tres cuellos de botella, tales como conectividad rural, costos y usabilidad para pequeños comercios, y la interoperabilidad entre sistemas”, señala Briana Marbury, CEO de Interledger.
La PNIF reconoce la importancia de la interoperabilidad, pero no detalla un plan operativo para construirla. Aunque habla de estándares abiertos y de promover pagos digitales, no establece un cronograma específico de implementación, una arquitectura nacional de rieles abiertos ni una estrategia para evitar la creación de nuevos silos digitales, es decir, servicios financieros aislados, cada uno con sus propias reglas, su propia app y su propia información.
De hecho, el éxito de Pix en Brasil se explica en gran parte porque el banco central creó una infraestructura única y obligatoria para todos los bancos y apps, evitando que cada quien operara por su lado. Esa red común impidió la formación de “silos” y permitió que cualquier usuario pudiera enviar y recibir dinero al instante sin importar la plataforma, acelerando la adopción masiva y la disminución del uso de efectivo.
Y esto importa porque, sin esa capa común, el sistema financiero se sigue fragmentando, a decir de los especialistas, pues cada actor desarrolla su propia solución, pero el usuario final sigue teniendo que saltar de un ecosistema a otro.
A diferencia de otros países de la región, México sigue rezagado en pagos digitales y la mayoría de las transacciones cotidianas todavía se realizan en efectivo, una proporción mucho mayor que en Brasil, donde el sistema Pix ya es el método preferido y las transacciones digitales dominan el día a día.
Mientras Brasil lleva una década de ventaja en digitalización y conectividad de servicios, en México herramientas como CoDi o DiMo no han logrado desplazar al efectivo ni acelerar la adopción de pagos electrónicos de forma significativa.
Ley Fintech y SPEI 2.0 caminan en esa dirección
Ante esta crítica, la Unión de Instituciones Financieras Mexicanas (Unifimex) —uno de los órganos sectoriales que participan en la implementación de la PNIF— reconoce el reto, pero subraya que el país “sí cuenta con bases sólidas” y que la regulación de APIs estandarizadas derivada de la Ley Fintech y la evolución hacia SPEI 2.0, diseñada para fortalecer rieles abiertos y estándares comunes, constituyen los cimientos de esa interoperabilidad. Aunque la PNIF no incluye un cronograma técnico, Unifimex afirma que existen mecanismos de coordinación entre CNBV, Banxico y Hacienda donde se ajustan normas y se integran opiniones técnicas de bancos y fintech.
“Nuestro objetivo es contribuir a una interoperabilidad que funcione para instituciones de todos los tamaños”, señaló la organización en respuesta a Expansión.
La entidad también reconoce que el riesgo de crear “islas digitales” es real si los servicios financieros no se comunican entre sí. Por ello, afirma que la PNIF promueve elementos centrales como portabilidad, estandarización de datos y neutralidad tecnológica, mientras que SPEI 2.0 será la pieza clave para conectar pagos digitales entre distintas plataformas.
El tema, dicen, forma parte de la agenda activa del Comité de Normatividad y Regulación de Unifimex, que analiza junto a bancos medianos, grandes y fintech cómo evitar una fragmentación que termine desincentivando el uso de canales digitales.
Cinco apps, para cinco cosas distintas… no funciona
Luis Hernández Rangel, CEO de Actinver, insiste en que la digitalización solo generará inclusión real si los servicios que hoy están dispersos —pagos, transferencias, inversiones, ahorro, seguros— pueden conectarse bajo reglas comunes.
“Si el usuario tiene que usar cinco aplicaciones para cinco necesidades distintas, no va a usar ninguna; la interoperabilidad no solo es técnica, es experiencia de usuario y competencia efectiva”, explicó el ejecutivo durante la premiación del Reto Actinver, un concurso de trading donde cada participante simula invertir en acciones, con un millón de pesos virtual.
Hernández Rangel también señaló que SPEI 2.0 y la regulación de APIs abren una oportunidad histórica para democratizar productos de inversión y ahorro, siempre y cuando la capa de infraestructura se diseñe como un bien público digital y no como un conjunto de soluciones cerradas, como hasta el momento.

El alza del 13% al salario mínimo en 2026 hace sonreír a más de uno; sin embargo este ajuste no lo verán reflejados todos los empleados del país. Entérate por qué.
La noticia del aumento al salario mínimo de 13% para 2026 recién anunciado por el secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS), Marath Baruch Bolaños, hizo sonreír a muchos trabajadores; sin embargo, este beneficio económico no llegará a los bolsillos de todos los empleados formales del país, aunque sí tendrá un impacto cualitativo.
El nuevo salario, que pasará de 278.80 pesos a 315.04 pesos a partir del 1 de enero de 2026 beneficia directamente a las personas que perciben el salario mínimo y aquellas cuyos contratos están indexados a este, una cláusula cada vez menos común en los contratos de trabajo.
Los sectores económicos como la agricultura, el comercio minorista, la hostelería y los servicios básicos están entre los que perciben el salario mínimo. Aproximadamente 70% de los trabajadores formales ganan por encima de esa cantidad, por lo que es poco probable que su ingreso aumente significativamente. Cabe recordar que para este grupo, los ajustes salariales se negocian individual o colectivamente, o se realizan para compensar la inflación, que actualmente es de 3.8%.
Ante la pregunta de si los trabajadores que ganan más que un salario mínimo tendrán acceso a un incremento de 13%, Janneth Quiroz, directora de Análisis Económico, Cambiario y Bursátil en Grupo Financiero Monex, lo considera "poco probable".
¿Qué trabajadores serán los más beneficiados del incremento al salario mínimo en 2026?
Quienes se benefician de manera directa del incremento al salario mínimo general son los siguientes:
Janneth Quiroz explica que en la mayoría de los casos, los ajustes salariales se realizan únicamente para compensar la inflación o se negocian de forma individual o colectiva.
“En México no existe ninguna legalidad que obligue a las empresas a aumentar los sueldos por encima del salario mínimo salvo cuando lo establecen los contratos colectivos. Por ello, a pesar de que el salario mínimo suba, tu sueldo solo cambia si tu empleador lo ajusta, si existe una negociación contractual, o si tu empresa decide aplicar incrementos por inflación o desempeño”
La importancia del porcentaje
El principal riesgo económico de un aumento salarial importante radica en el porcentaje aplicado (13%), no en el monto en sí.
"Aproximadamente 70% de los trabajadores formales de este país gana por arriba del salario mínimo. No es tanto el aumento, sino el porcentaje que se le está aplicando a dicho aumento, porque la gente, aunque no gane el mínimo, sí va a querer un aumento del 13%, 14% o hasta mayor porcentaje de aumento salarial", explica Jesús Guillermo Mendieta, integrante del Comité de Auditoría y Riesgos del Colegio de Contadores Públicos de México (CCPM).
Cuando el salario mínimo se incrementa en un alto porcentaje (como el 13%), existe una fuerte tendencia a que los trabajadores que ganan más del mínimo busquen un aumento proporcional (13%, 14% o incluso mayor). Este fenómeno genera un "efecto dominó" en los costos laborales de las empresas.
Como ejemplo de lo que implica este impacto porcentual, si el kilo de tortilla vale 20 o 22 pesos, un incremento del 13% podría elevar su precio hasta 26 o 28 pesos. Productos básicos y servicios de primera necesidad como el agua, la luz, el teléfono, el internet y alimentos de la canasta básica (huevo, leche, tortilla) podrían aumentar en un porcentaje igual o mayor al 13%.
Esto causa riesgos inflacionarios e incluso pone en riesgo los puestos de trabajo, porque la gente deja de consumir ciertos productos y los sustituye por otros más económicos y eso impacta también a las empresas, pues al ver que bajan sus ventas, hay menor ingreso "y por ende lo más rápido que puede hacer un empresario es recortar puestos de trabajo", explica el especialista.
El integrante del CCPM asegura que para lograr una calidad de vida razonable a través de los salarios, el enfoque debe estar en reducir la inflación. El verdadero objetivo debe ser lograr el "punto equilibrio entre el aumento razonable para que la inflación sea razonable", reconociendo que debe haber un aumento año con año, pero la clave está en la proporción.
Así aumentó el salario mínimo
El salario mínimo pasará de 278.80 pesos a 315.04 pesos a partir del 1 de enero de 2026, es decir, pasará de 8,480.17 mensuales a 9,582.47 pesos al mes, informó el secretario del Trabajo y Previsión Social, Marath Baruch Bolaños.
En la Zona Libre de la Frontera Norte, el incremento será del 5%. Donde el salario pasará de 419.88 pesos a 440.87 pesos diarios, es decir, 13,409.80 pesos mensuales.

El mercado laboral se debilita, las remesas pierden poder de compra y la inflación no cede. Con menos inversión y apoyos públicos, el ingreso real de los hogares mexicanos puede estancarse en 2026.
México entra a la recta final de 2025 mostrando síntomas de deterioro en el mercado laboral. Los salarios nominales continúan aumentando, pero los hogares sienten que el dinero rinde menos. Los especialistas señalan que la combinación de baja inversión, menor creación de empleo formal y pérdida de poder adquisitivo pueden erosionar el consumo, el principal motor del PIB, rumbo a 2026.
“Estamos ante un círculo vicioso en el que se invierte menos, se contrata menos y se gasta menos. Eso mantiene estancada la economía interna”, advirtió Gabriela Siller, directora de Análisis Económico de Banco BASE, durante la presentación de perspectivas del tercer trimestre.
Un mercado laboral más precario
Entre enero y septiembre de 2025, la economía generó 333,303 puestos de trabajo formales afiliados al IMSS, lo que representa una creación 26.97% menor que la observada en el mismo periodo de 2024, siendo la cifra más baja desde 2009 (y excluyendo la caída de 2020). Además, los patrones afiliados al IMSS acumulan 17 meses consecutivos con caídas anuales, un comportamiento visto en crisis económicas.
Al mismo tiempo, la tasa de informalidad laboral aumentó a 54.88% en septiembre, con un total de 32 millones de personas, su nivel más alto desde 2021.
“La economía mexicana no está generando plazas suficientes para absorber a la nueva población activa”, señaló Siller y añadió que la informalidad está absorbiendo parte del empleo perdido, pero refleja la falta de plazas formales y las condiciones más precarias del mercado laboral.
Menos remesas e inflación constante en alimentos
El enfriamiento del empleo se combina con un deterioro en las remesas, que han perdido alrededor de 13 % de su poder de compra. A eso se suman recortes al gasto público y una inflación persistente en alimentos, factores que reducen el ingreso disponible de los hogares.
“Aunque los salarios mantuvieron un crecimiento real, el ingreso total de las familias se desaceleró por el menor empleo, las remesas débiles y un consumo más cauteloso”, explicó Alejandro Saldaña, economista en jefe de Banco Ve por Más.
Las tasas de interés aún elevadas, la escasez de crédito y la pérdida de confianza del consumidor se reflejan en un consumo privado estancado, el primero en registrarse desde 2020. De los siete meses de 2025 con información disponible, cuatro han sido de contracciones para el consumo privado, un indicador al cual se le atribuye casi la mitad del PIB de México (48%).
La inversión no repunta
Después de que se acabó la llamada primera ola del nearshoring, la inversión fija bruta muestra una contracción importante de 7.19% y acumula once meses consecutivos de tasas anuales negativas, según los datos hasta julio de 2025. Además, el gasto público en infraestructura retrocedió 33.7% entre enero y agosto —la baja más profunda de la que se tiene registro.
La incertidumbre asociada a la política comercial estadounidense y a los cambios en el marco institucional del país, junto con un menor dinamismo en la obra pública, provocaron una contracción de la inversión. “Ello a su vez debilitó la generación de empleos. El crecimiento en los ingresos de los hogares se desaceleró por la menor generación de empleo, si bien los salarios mantuvieron un crecimiento real”, dijo Alejandro Saldaña.
El mundial en 2026 no será suficiente
El economista en jefe de Banco Bx+ considera que el repunte exportador no se ha traducido en inversión ni en empleo porque persiste la incertidumbre comercial con Estados Unidos. Sin embargo, prevé que la actualización del T-MEC en 2026, junto con menores tasas de interés y un mayor gasto vinculado al Mundial de fútbol, detonen un ligero repunte de la inversión y del consumo interno.
“Una vez que se actualice el T-MEC y bajen las tasas, la inversión y el consumo podrían mostrar una dinámica algo más favorable.”
Banco BASE, por su parte, proyecta que la economía mexicana crezca alrededor de 1% en 2026, con un salario real prácticamente sin avance y un consumo todavía débil.
La recuperación dependerá de si el gobierno logra revertir el desplome de la inversión y restaurar la confianza del sector privado. “México necesita fortalecer su productividad y formalizar el empleo si quiere romper el estancamiento”, advirtió Siller. De lo contrario, México podría mantener un crecimiento impulsado por las exportaciones, pero con un mercado interno cada vez más débil.
En 2026 se sumará la reducción de las ayudas y transferencias gubernamentales. Los datos muestran que el gasto público en subsidios y transferencias cayó 4.1% anual al cierre de agosto y otros apoyos sociales retrocedieron más de 60% en los primeros ocho meses del año.
Con una inflación subyacente aún elevada, especialmente en mercancías alimenticias, este menor flujo de recursos públicos acentúa la presión sobre los ingresos reales y limita el margen de recuperación del consumo privado para el siguiente año.

La producción de petrolíferos mantiene una tendencia al alza, pero dentro del portafolio de combustibles destaca el repunte del combustóleo, un refinado de bajo valor.
Las refinerías de Pemex han elevado sus cifras de producción, pero el combustóleo es el que acelera con mayor fuerza, después de varios meses con variaciones atípicas en su elaboración. En contraste, la producción de gasolinas muestra una desaceleración.
Según las estadísticas mensuales de Pemex, en octubre el Sistema Nacional de Refinación registró una producción de combustóleo de 240,000 barriles diarios, cifra 36.3% superior a los 176,000 barriles generados el mes previo.
Distribución de la producción
En el comparativo anual, el incremento es de 38%, pues en el décimo mes del 2024 la producción de combustóleo —un refinado de bajo valor en el mercado— fue de 174,000 barriles por día, de acuerdo con el reporte más reciente de la petrolera.
En gasolinas, la producción alcanzó 324,746 barriles diarios, lo que implica una caída de 10.2% frente al mes previo, cuando se registraron 361,689 barriles por día. En la comparación interanual sí se observa un incremento de 27%, ya que en octubre del 2024 se reportaron 255,542 barriles diarios.
El diésel se ubicó apenas por encima del combustóleo, con una producción de 255,626 barriles por día en octubre, cifra 2.6% superior a los 248,958 barriles diarios del mes previo. En el comparativo anual, el incremento es sustancial: en octubre del año pasado apenas se produjeron 147,357 barriles por día, por lo que el avance es de 73.4%.
Si se considera la producción total de petrolíferos de todo el sistema de refinación, la cifra asciende a 1,039,574 barriles por día, un aumento de 2.1% frente al mes previo y de 15.84% respecto al décimo mes del año pasado, cuando la producción de combustibles registraba una caída significativa.
Arturo Carranza, experto en temas de energía, explicó que el mayor volumen de combustóleo responde, principalmente, a la composición del crudo que se procesa y al deterioro de las seis refinerías que integran el sistema.
“La dieta que ingresa al sistema nacional de refinación está compuesta por crudos pesados. La calidad de estos crudos hace que, al procesarlos, el resultado sea, principalmente, combustóleo”, subrayó. “Esto ocurre por la forma en que están configuradas las refinerías, diseñadas para procesar crudos ligeros”.
El especialista añadió que la falta de modernización también influye en los resultados. “El incremento de la producción de combustóleo se explica, también, por el deterioro de las plantas”, aseguró. Luego añadió que el que en el último lustro no hayan sido sujetas a un programa de modernización profundo ha provocado que operen con bajos rendimientos y orientadas a generar combustibles de bajo valor.
El plan para levantar la producción
Desde la pasada administración se estableció un plan integral de recuperación para Pemex, dentro del cual se incluía el rescate de las seis refinerías del país, con el fin de llevarlas a mejores niveles operativos y aumentar la producción de combustibles nacionales.
La estrategia de “autosuficiencia energética” implica que el petróleo crudo extraído en México permanezca mayoritariamente en el país para su procesamiento, lo que incrementaría la disponibilidad de gasolinas, diésel, turbosina y otros petrolíferos, además de reducir la dependencia de combustibles importados.
En el sexenio anterior, algunas refinerías operaron entre 30% y 40% de su capacidad; hoy superan el 50%. Sin embargo, los planes de inversión no han sido lo suficientemente ambiciosos para detonar un aumento en la producción de combustibles de alto valor. Por el contrario, el combustóleo ha encabezado varios meses la producción nacional, por encima de las gasolinas.
Forzar la infraestructura sin los mantenimientos, modernizaciones o remediaciones necesarios provoca que el petróleo no se procese adecuadamente y genere combustóleo, un residual de bajo valor por su alto contenido de azufre, lo que limita su comercialización en la industria marítima.
Carranza señaló que, en los últimos meses, la nueva refinería en Tabasco ha incorporado producción de manera gradual, lo que ha permitido a Pemex reportar un ligero —pero errático— incremento en petrolíferos.
“En la medida en que esta refinería alcance un nivel de producción óptimo, la expectativa es que Pemex reporte un mayor volumen de petrolíferos, principalmente de combustibles de alto valor”, comentó. Añadió que, aun así, sin un programa de modernización profundo en las refinerías del sistema, “la producción seguirá con incrementos ligeros y erráticos, sin una tendencia sostenida”.