De enero a agosto de 2025, México alcanzó exportaciones por 59,687 millones de dólares e importaciones por 49,830 millones de bienes relacionados con la Inteligencia Artificial.
La nueva revolución industrial llegó sin fábricas humeantes ni chimeneas. Llegó con chips, servidores y un murmullo eléctrico que recorre los parques industriales del país. Entre enero y agosto de 2025, el intercambio de bienes relacionados con la Inteligencia Artificial (IA) en Méxicoaumentó 48% frente al mismo periodo del año anterior.
El cálculo abarca desde máquinas de procesamiento de datos y software hasta equipos de telefonía y componentes para la fabricación de semiconductores, las principales mercancías ligadas a la IA. En ocho meses, México alcanzó exportaciones por 59,687 millones de dólares e importaciones por 49,830 millones.
Las ventas al exterior fueron las que más aceleraron, con un aumento de 75%, mientras que las compras crecieron 26%, de acuerdo con las cifras de Banxico.
La estrella del impulso se encuentra en las máquinas automáticas para tratamiento o procesamiento de datos y sus unidades. Incluyen computadoras de escritorio, portátiles y sus componentes esenciales. El valor se multiplicó 2.1 veces hasta alcanzar 45,197 millones de dólares, lo que representa casi 76% del total de bienes relacionados con la IA.
Le siguen los circuitos eléctricos integrados, con un incremento de 17%, y los equipos de telecomunicaciones, con 12%. En cambio, el segmento de maquinaria para fabricar semiconductores retrocedió 3%, reflejo del terreno que México todavía busca conquistar.
El país no quiere limitarse a exportar piezas, sino crear el corazón que las hace funcionar. Los semiconductores son el cerebro físico de la IA. Bajo esa visión, México propuso establecer un capítulo específico sobre semiconductores dentro del T-MEC con el objetivo de atraer inversiones de los grandes centros de producción.
Empresas como Cisco, Foxconn, Skyworks, Qualcomm e IBM, junto con la Cámara Nacional de la Industria Electrónica, de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CANIETI) y el Consejo Coordinador Empresarial, impulsan esta iniciativa. El proyecto busca fortalecer la proveeduría local y la cadena de semiconductores de alto valor.
Desde la Secretaría de Economía se impulsa un plan maestro para consolidar a México como centro regional del diseño y manufactura de chips. La estrategia incluye colaborar con Estados Unidos en proyectos de investigación y duplicar el tamaño de la industria nacional hacia el final del sexenio.
__El comercio cambia de ruta __ El salto mexicano forma parte de una corriente global. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ubica al país entre los 10 con mayor intercambio de bienes ligados a la IA. En el ranking global ocupa el octavo lugar tanto en exportaciones como en importaciones. Por encima están China, Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.
México comparte ya el espacio con economías como Malasia, Vietnam y Tailandia —los nuevos polos manufactureros de la era digital—.
De acuerdo con la OMC, América del Norte representa una quinta parte del crecimiento mundial del comercio vinculado a la IA durante el primer semestre de 2025. Estados Unidos y México lideran ese impulso, mientras Canadá mantiene un papel más moderado. Aunque las potencias tradicionales siguen dominando el mercado, su ritmo se volvió más lento. En cambio, las economías emergentes aparecen como los motores más activos.
El comercio mundial de bienes relacionados con la IA alcanzó 1.92 billones de dólares en el primer semestre de 2025, frente a 1.61 billones del mismo periodo de 2024, un crecimiento superior a 20%. En contraste, los bienes no vinculados a la IA apenas aumentaron 4%.
Aunque los productos de IA representan menos de una décima parte del comercio total, aportaron casi la mitad del crecimiento global. Esa transformación no es teórica. Se traduce en movimiento de contenedores, en líneas de ensamblaje, en cables que cruzan fronteras. En los parques industriales de Querétaro, Chihuahua y Jalisco, la IA dejó de ser promesa y se vuelve ruta económica.
Para México, este dinamismo abre una nueva etapa económica. Marcelo Ebrard, secretario de Economía, lo resume así:
El impacto de la inteligencia artificial combinada con otras tecnologías, supercomputación y computación cuántica ya se siente. La economía será otra. Lo que tomó un siglo en la revolución industrial, ahora podría tomar menos de tres años.
En ese cambio acelerado, el país busca posicionarse entre los ganadores. “Queremos estar entre quienes obtengan ventajas, no ser espectadores pasivos de ningún modo”, afirma Ebrard.
La apuesta ya tiene rostros concretos. CLOUDHQ, empresa estadounidense de infraestructura digital, anunció una inversión de casi 5,000 millones de dólares para construir un centro de datos en Querétaro. El complejo, integrado por seis instalaciones, generará 7,200 empleos, de los cuales 600 serán de alta especialización. “Será la carretera que permitirá el tráfico de la nueva economía digital”, explicó el funcionario.
Cada servidor que funcione ahí sostendrá buena parte de la actividad tecnológica nacional. Desde las aplicaciones móviles hasta los algoritmos que gestionan vuelos o controlan electrodomésticos inteligentes. México tendrá así su propio nodo dentro del sistema nervioso de la IA.
Salesforce también se suma al movimiento. La compañía estadounidense confirmó una inversión de 1,000 millones de dólares destinada a fortalecer la adopción de IA y acelerar la transformación digital de empresas mexicanas. Para el gobierno federal, estas inversiones son la señal más clara de confianza en la nueva economía.
El ecosistema digital teme que el aumento fiscal limite la liquidez de las Pymes que venden en línea y frene el avance de esta economía.
El Paquete Económico 2026 atraviesa de lleno a las pequeñas y medianas empresas (pymes) con una propuesta que contempla que las personas morales que operan en el comercio electrónico enfrenten una retención del 2.5% del ISR y un 8% de IVA sobre ingresos brutos.
Sobre el papel parece una medida recaudatoria que busca mayor orden fiscal, pero en su proyección a la práctica enciende las alertas del ecosistema digital que teme un golpe directo a la liquidez de negocios, de acuerdo con los actores de esta industria.
“Compartimos con el gobierno la visión de impulsar la formalización y reducir la evasión fiscal. Sin embargo, los porcentajes propuestos reducen de forma inmediata el flujo mensual de las Pymes, limitando su capacidad para comprar inventario, invertir, y sostener empleos”, advirtió David Geisen, director general de Mercado Libre en México.
Una prueba para el e-commerce
El ejecutivo subrayó que las más de un millón de Pymes en el país que operan en la plataforma movilizaron más de 15,000 millones de dólares en 2024. Para 45% de ellas este canal representa su principal fuente de ingresos. La medida fiscal significaría un gran impacto para un sector que opera con márgenes de ganancia reducidos, entre 2% y 6%, y que dependen del flujo constante para sostener inventario, empleo y expansión.
De acuerdo con la Secretaría de Hacienda, la economía mexicana crecerá entre 1.8% y 2.8% en 2026, una estimación optimista frente al consenso de organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, que calculan será de entre 1.1% y 1.4%.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) advierte que la viabilidad de estas metas depende de que las nuevas medidas tributarias realmente alcancen la recaudación estimada. Aunque en el corto plazo incrementen los ingresos, existe el riesgo de que las medidas encarezcan insumos, eleven la inflación y restrinjan la capacidad de inversión de las empresas productivas.
Entre 2018 y 2023, el número de Pymes mexicanas que incorporaron sus operaciones al canal digital pasó de 18.7% a 28.8%, de acuerdo con el Inegi. Este incremento fue el más alto de todos los segmentos empresariales del país y, en términos absolutos, incluso superó a las grandes compañías, cuyo nivel de adopción del comercio electrónico pasó de 24% a 32.9% en el mismo periodo.
Desde la perspectiva de Mercado Libre, el comercio electrónico es uno de los canales más efectivos para atraer empresas a la formalidad, al obligarlas a emitir facturas electrónicas, registrar operaciones y generar trazabilidad en pagos. Paradójicamente, un esquema de retenciones más severo podría empujar a muchos negocios de vuelta a la informalidad.
“El incremento en las tasas desincentiva el uso del canal digital y genera un retroceso en inclusión financiera, empleo y competitividad”
Las historias de quienes hoy venden en línea reflejan esta preocupación. “Esto es matemática de recaudación: ¿qué se prefiere, recaudar un 1% sobre un motor económico que crece, o un porcentaje mayor de algo que se va a comprimir y desaparecer?
Esta iniciativa va en contra de quienes ya estamos formalizados”, señaló Gerardo Ravelo, dueño de la empresa CAFCA, que distribuye productos de moda, deportes y accesorios.
Para negocios artesanales como Piñata Lab, el impacto sería aún más inmediato. Su propietaria, Elena Bartolo, señala que el aumento en las retenciones “no solo reduciría nuestras ventas, sino que pondría en riesgo la plantilla de artesanos que dependen de nosotros”.
La postura es compartida por Rafael Esses, de Las Tienditas, quien sintetiza el sentir general. “No pedimos privilegios, queremos reglas justas y proporcionales que nos permitan hacer frente al comercio informal y seguir generando empleo”, indicó Esses.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), el valor del comercio electrónico en México alcanzó 789,700 millones de pesos en 2024, lo que representa un crecimiento anual del 20% respecto al año previo, consolidando al canal digital como uno de los motores más dinámicos de la economía nacional.
El IMCO subraya que el éxito del Paquete 2026 dependerá de ajustar sus medidas a la realidad económica y de asegurar que no comprometan los sectores que más empleo y formalidad aportan. En esa categoría, el comercio digital ocupa un lugar central.
Prepararse para un 2026 más exigente
Desde la perspectiva de Marlene García Padilla, directora general de CONTPAQi, empresa dedicada al desarrollo de software para automatizar procesos contables, el Paquete 2026 no debe verse como una amenaza sino como un llamado a la preparación técnica de las Pymes.
La especialista recomienda adelantarse a un panorama en que los requerimientos fiscales cambien. Las siguientes acciones, dice, pueden marcar la diferencia entre simplemente cumplir la norma y aprovechar oportunidades de optimización fiscal y operativa:
Un ejemplo ayuda a dimensionar el impacto. Si una tienda en línea de maquillaje factura 100,000 pesos mensuales, bajo las nuevas disposiciones tendría que enfrentar una retención de 10.5% sobre sus ingresos brutos, es decir, 10,500 pesos mensuales (2,500 de ISR y 8,000 de IVA). Considerando que muchas Pymes operan con márgenes de ganancia de entre 2% y 6%, ese descuento supera con facilidad su utilidad mensual.
En la práctica, esto significa que un negocio que antes ganaba alrededor de 6,000 pesos netos al mes, pasaría a registrar pérdidas y para compensarlo, tendría que aumentar precios o reducir personal, lo que generaría un efecto dominó en toda la cadena del comercio digital.
Los nuevos aranceles no se aplicarán íntegramente a camiones procedentes de Canadá y México, siempre que su producción cumpla los criterios establecidos en el T-MEC, declaró un funcionario de EU.
El presidente estadounidense Donald Trump firmó el viernes un decreto que impone un 25% de aranceles a camiones medianos y pesados importados, y 10% para autobuses, que entrarán en vigor el 1 de noviembre.
El anuncio llega después de que la administración Trump iniciara este año una investigación sobre la llamada Sección 232, referente a las importaciones de camiones para determinar sus efectos en la seguridad nacional.
Sin embargo, estos nuevos aranceles no se aplicarán íntegramente a los camiones procedentes de Canadá y México, siempre que su producción cumpla los criterios establecidos en el tratado de libre comercio entre los tres países (T-MEC), según declaró un funcionario estadounidense.
En este caso, solo las piezas no fabricadas en Estados Unidos estarán sujetas a un arancel del 25%. Pero, por el momento, siguen estando exentos, mientras el Departamento de Comercio determina cómo aplicar este impuesto.
Según la firma Capital Economics, Estados Unidos importa el 78% de sus camiones de México y el 15 %de Canadá.
En cambio, en el caso de los autobuses, el 10% se aplicará íntegramente a los vehículos procedentes de los dos países vecinos, independientemente de si están incluidos en el T-MEC o no.
La Casa Blanca aprovechó este decreto para responder a una solicitud de la industria automovilística, y prorrogó hasta 2030 la deducción del 3,75% en el precio de catálogo que los fabricantes pueden aplicar a automóviles hechos en Estados Unidos que contengan piezas importadas.
Inicialmente prevista con vigencia de un año, la deducción se añadió a la petición del sector automotor con el fin de reducir el impacto de los aranceles sobre los fabricantes de automóviles. Se aplicará en las mismas condiciones a los camiones fabricados en Estados Unidos.
Los pequeños comercios, que dependen de estos productos como ancla de ventas, anticipan un inicio de 2026 con menor flujo de clientes y márgenes más estrechos.
Detrás del mostrador de una tienda en la calle Lerdo, en la colonia San Simón Tolnáhuac, Isabel Contreras observa los siete refrigeradores de su local. Cuatro están llenos de refrescos —la mayoría de Coca-Cola— y los otros tres guardan cervezas, leches y jugos listos para beber. A unos metros, los clientes habituales pasan por cigarros o botellas individuales de refresco, dos productos que representan buena parte de su venta diaria.
El próximo enero, sin embargo, ese flujo podría frenarse. “El aumento sí nos va a afectar, porque siempre la gente deja de comprar porque les causa molestia que los productos suban de precio. Ahora vamos a tener un inicio de año más complicado porque hay gente que compra menos porque están gastados o en sus propósitos está dejar de fumar”, comenta.
El nuevo Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) que entrará en vigor el 1 de enero de 2026 elevará los precios de refrescos y cigarros. En el caso de las bebidas azucaradas, el gravamen subirá de 1.6451 pesos por litro a 3.0818 pesos, mientras que las versiones “light” o “cero calorías” serán gravadas con 1.5 pesos por litro. Para los cigarros, el aumento pasará del 160% al 200% a lo largo de cinco años.
En el discurso oficial, el gobierno ha defendido la medida como un “impuesto saludable”, destinado a reducir enfermedades crónicas y fortalecer la recaudación para programas de salud pública. Pero entre los pequeños comerciantes, la medida representa un arranque de año con menos ventas y clientes más sensibles al precio.
“Es normal que cada año todo suba de precio, pero ahora sí va a venir fuerte”, dice Contreras, quien prevé ajustar sus inventarios conforme los consumidores reaccionen. Su experiencia le dice que los incrementos alteran hábitos de compra y reducen el margen de ganancia. “Quien compra cigarros, compra el encendedor. Quien se lleva un refresco, compra algo más para comer como tortillas, pan, huevo o jamón”, explica.
Esa dinámica, coinciden los tenderos, es la que sostiene a miles de pequeños negocios. De acuerdo con la Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC), los refrescos y los cigarros representan alrededor del 15% de las ventas de las tienditas de barrio, pero su relevancia es mayor, ya que son productos ancla que atraen al consumidor y disparan compras adicionales.
Por eso, Cuauhtémoc Rivera, presidente de la ANPEC, considera que los aumentos al IEPS son contraproducentes. “Se va a dejar sentir una escalada de precios impresionante a inicio de año y vamos a tener una caída de ventas mensuales en promedio de 15% y se va a poner en riesgo a 65,000 pequeños comercios en el país, los que tienen una antigüedad de menos de cinco años”, asegura.
Un impuesto que no ha cumplido su propósito
El líder gremial también cuestiona la eficacia del impuesto como herramienta de salud pública. “Llevan diez años cobrando este impuesto y la salud no mejoró, empeoró. Es un impuesto fallido porque no sirve para lo que dicen que busca cobrar”, asevera.
Los datos respaldan su crítica. México sigue siendo el mayor consumidor de refrescos del mundo. En 2024, cada habitante bebió en promedio 128.5 litros al año, de los cuales 96 correspondieron a bebidas carbonatadas y 32.5 a refrescos sin gas, según Statista. La cifra supera incluso la de Estados Unidos, país de origen de las principales refresqueras. El consumo elevado tiene efectos directos en la salud pública.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el 32.4% de los mexicanos mayores de 14 años padece obesidad, un nivel solo inferior al de Estados Unidos, con 38.2%. Un estudio de la Universidad de Tufts calcula que 24,000 mexicanos mueren cada año por causas asociadas al consumo de bebidas azucaradas. Aun con ese panorama, los tenderos dudan que los nuevos impuestos modifiquen los hábitos de consumo. “La gente no deja de comprar.
A lo mejor cambian de marca, pero no dejan de consumir. Con el refresco es diferente, compran los tamaños familiares o los más pequeños, para quitarse el antojo”, dice Rosario Luévano, quien desde hace décadas atiende una tienda en la colonia Morelos.
Luévano ya siente el impacto anticipado de los aumentos. “La gente se enoja cuando suben los precios de la noche a la mañana. Afecta al consumidor, a nosotros. Tenemos que hacer más inversión y la ganancia es menos”, explica. Para ella, el reto es mayor porque su tienda no tiene espacio para almacenar grandes volúmenes de producto antes del ajuste, como sí lo hacen las cadenas o supermercados.
Promociones y resistencia
La falta de capacidad logística es un punto débil de las tienditas ante las reformas fiscales. En la práctica, no pueden adelantar compras para protegerse de los aumentos ni ofrecer precios competitivos frente a grandes minoristas. Tampoco pueden absorber los incrementos: cada peso se traslada al consumidor, con el riesgo de reducir la afluencia.
Algunas refresqueras, como parte de sus estrategias comerciales, ofrecen promociones que ayudan a mitigar el golpe. “A veces con la venta de dos paquetes te regalan uno más chico, sobre todo con Coca-Cola, que es lo que más se vende”, comenta Luévano. Pero reconoce que esas promociones no son permanentes y dependen del interés de las embotelladoras.
Según Rivera, esa dependencia evidencia la fragilidad del comercio tradicional. “El IEPS termina siendo un castigo al pequeño comerciante, no al gran productor.
Las empresas trasladan el impuesto, pero el tendero se queda con la presión del cliente”, sostiene. A diferencia de otros sectores, las tienditas viven de la rotación diaria. Un día con menos ventas significa menos liquidez para surtirse al día siguiente. Por eso, las variaciones en productos de alta frecuencia —como refrescos y cigarros— tienen efectos multiplicadores.
Enero, históricamente uno de los meses más débiles para el comercio minorista, será una prueba para la resistencia de estos negocios. “Hay gente que compra menos porque están gastados o en sus propósitos está dejar de fumar”, dice Isabel Contreras, mientras acomoda las botellas en el refrigerador.